David
Sentado con la mochila entre sus brazos nos cuenta que el próximo año cumplirá la mayoría de edad, su timidez frente a la cámara fotográfica y las pocas palabras con las que cuenta su vida contrasta con su auto descripción de “ser molestoso”. No se siente cómodo hablando sobre sí mismo y omite las partes más duras de su vida. Al concluir se despidió con una sonrisa y nos dijo. Todo está bien hay que seguir.
David, iniciará pronto el primero de bachillerato, Myriam, su madre se siente orgullosa de él “su vida es difícil , se las arregla solo, yo no puedo ayudarle apenas terminé el 5to año de primaria y trabajo desde los 12 años”. Está agradecida por la beca escolar que permite que su hijo estudie, «no podría pagar materiales, uniforme, zapatos, y alimentación con mis ingresos». Anhela que David se convierta en el primer profesional de sus hijos y sea un hombre de bien.
David es el menor de 8 hijos “trabajaba desde pequeñito, desde los 6 o 7 años vendiendo en el mercado de la Ofelia, luego vendía abarrotes y ahora en el puesto de comidas» en un parque al sur de Quito. Después de clases él lava los platos, pica lechuga, limpia el piso, se queda hasta cerrar el negocio. David, no conoció a su padre, admira a su madre quien ha sido siempre la cabeza del hogar. Con mirada de nostalgia afirma “cuando la miro me da alegría”… ella cocina muy rico su mejor plato es el caldo de patas.
David afirma “Quiero cumplir su sueño ser alguien en la vida, quiero llevarle mi título profesional”. Pretende culminar el bachillerato e ir a la Universidad, aún no ha decido que carrera seguir, pero se siente atraído por la docencia.
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